GIOVANNI
BATTISTA TIEPOLO (Venecia, 1696 – Madrid 1770)
Pintor italiano que fue
llamado por Carlos III para decorar los salones del Palacio Real, sobre todo el
Salón del Trono. Tiepolo era reconocido como un gran fresquista por este motivo
lo llama Carlos III a España ya que aquí no teníamos en esa época un gran
dominio de la técnica del pintar al fresco* y sin embargo los italianos eran
los mejores en esta técnica. Viene a Madrid acompañado de sus hijos Domenico y
Lorenzo porque ya era de avanzada edad y el solo no podía. Realiza el encargo
del rey entre 1762 y 1766 pero se encuentra a gusto en Madrid y decide
quedarse. Realiza otros encargos, incluso es nombrado pintor de cámara.
Nuestro cuadro se
titula:
ABRAHAM
Y LOS TRES ANGELES
(h.1770 óleo sobre lienzo
197X152)
Es un cuadro de grandes
dimensiones, casi dos metros de alto por metro y medio de ancho es de los
grandecitos por lo que os podéis imaginaros las figuras que aparecen son de
tamaño natural o más.
El cuadro de hoy está
basado en Genesis 18, La promesa del nacimiento de Isaac. Tal vez, nuestro
cuadro está basado en los primeros 5 versículos. Vamos a leer.
Muere en 1770 en
Madrid, en el año más o menos en que está fechado nuestro cuadro de hoy. Del
que no se sabe mucho de su procedencia. Fue donado por la familia Sainz al
Museo del Prado a principios del siglo XX. Seguramente estaría en alguna
capilla particular de familia cercana al rey o a la corte o en la capilla de
alguna orden religiosa.
Para poder describir
mejor el cuadro lo vamos a dividir en dos partes, la parte superior donde
aparecen los ángeles y la parte inferior donde se encuentra Abraham. Una zona
superior, con ambiente celestial y una zona inferior más terrenal
La composición es en
diagonal vemos como desde una posición superior derecha aparecen los ángeles que descienden hacia donde se
encuentra Abraham. Llegan como aterrizando, rodeados de nubes que invaden ya
casi todo el espacio terrenal.
Vemos a los tres ángeles
que tienen una mirada distante y arrogante, están mirando a Abraham pero desde
una posición superior. En claro contraste con Abraham que tiene una actitud humilde.
En el centro de la
composición y claramente atrayendo las miradas del espectador encontramos a un
varón bello y altivo, semi desnudo y con sus dos compañeros a los lados. El
viento que viene de frente les levanta el pelo y les arruga y coloca los mantos
de tal forma que los viste. Los colores de los paños que cubren a los ángeles
resultan como fríos, el amarillo y el azul claro son más luminosos en
comparación al manto que lleva Abraham, con cálidos tonos ocres, con un manto
más denso, con peso. Se ha aclarado el color de la parte superior del cuadro
para marcar la diferencia, como decíamos, la parte de arriba con una
procedencia divina y la parte de abajo con ese toque como más terrenal. Dos
realidades de diferente naturaleza, dos puntos de vista total mente diferentes,
una superior que ha decido bajar a la tierra. Hasta tal punto estamos en dos
realidades separadas que tenemos a un ángel
subido a caballo sobre una nube luminosa, una nube consistente, densa y capaz
de sujetar un imaginario cuerpo. Tienen los ángeles las alas a medio desplegar
o medio recoger según se mire. Es el momento justo cuando Abraham los ve pasar,
sale de su tienda y se postra ante ellos.
En la zona terrenal con
Abraham, que ya hemos dicho que tiene una actitud de humildad, no levanta la
mirada, está semi arrodillado, va a
juntar las manos y a su alrededor están los elementos terrenales que hacen que
pasemos a otra dimensión.
El manto de Abrahan no
se mueve por el viento, como pasaba con los ángeles, sus pliegues nos muestran
que debajo hay anatomía, como vemos en la pierna doblada. Su rostro muestra el
paso de la edad, es un rostro anguloso con una barba teñida por las canas. Responde
al modelo de anciano que el artista ya venía representando en otros trabajos.
Sus manos, casi juntas parecen pedir ruego o suplica igual que todo su cuerpo.
Tal como dice en el versículo 3 “…Señor,
si ahora he hallado gracia en tus ojos, te ruego que no pases de tu siervo”
Abajo a la derecha
tenemos los restos de comida sobre en un magnífico paño arrugado, lo que se
denomina en pintura, naturaleza muerta
y el bastón de un peregrino, no sé muy bien si es de Abraham o de los varones,
uno de ellos se apoya también en un bastón, pero tal vez por la edad de Abraham
o por lo cotidiano que resulta.
No hay mucho paisaje
para esta escena un esbelto árbol a la izquierda, alguna peña o roca y un cielo
agrisado muestran de uno de los momentos más importantes en la vida de Abraham,
la promesa de ser el padre de una gran nación. Algo que parecía casi imposible
para un hombre de avanzada y edad y su mujer Sara, también mayor. Pero la fe de
Abraham se basa en la confianza que tiene de que Dios cumple todo lo que
promete porque nada hay imposible para Dios. Abraham creyó y recibió el milagro
del amor de Dios. Y también su mujer Sara que en un principio dudo pero luego
esa fe en familia junto con su marido. Dice en Hebreos 11:11 “Por la fe la misma Sara, siendo estéril,
recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad,
porque creyó que era fiel quien lo había prometido”
La pintura al fresco es un procedimiento pictórico mural, empleado desde
la antigüedad, y que se realiza sobre una superficie cubierta con una capa de
cal y luego se pinta mientras se encuentra fresca la pared. La oxidación de los pigmentos hace que se
quede fija la pintura en la pared.
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