viernes, 6 de enero de 2017

ADÁN Y EVA


                           Alberto Durero (Núremberg, 21 de mayo de  1471- 6 de abril de1528)

Es Durero uno de los artistas más completos y una de las figura más relevantes del Renacimiento. Era pintor, grabador y tratadista. Hijo también de artistas como lo era su padre un orfebre de origen húngaro. Estudio en Núremberg y los viajes que realizo por Europa fueron los  que marcaron su estilo y su carrera, en especial los que realizo a Italia.
En su taller de Núremberg llevo a cabo una gran actividad como grabador pero es reconocido por su gran capacidad de crear imágenes que servirán de verdadero catalogo para futuras generaciones. Gran conocedor de la cultura grecorromana y la tradición medieval. Sus tratados reflejan un interés variado que va de  lo científico a lo artístico.
Estuvo al servicio de Maximiliano I, conoció a Erasmo de Rotterdam y murió fiel a las enseñanzas de Lutero.
Si queremos saber cómo era Durero a los veintiséis años el museo del prado tiene un estupendo autorretrato con guantes de 1498.

Adán y Eva 1507 (Oleo sobre tabla, 209X80 cm)
A grandes rasgos los cuadros de hoy llegan al museo del prado porque fueron regalados por Cristina de Suecia a Felipe IV.
Poca descripción tenemos hoy para un tema muy conocido como es Adán y Eva. Tenemos dos tablas separadas en el espacio pero relacionadas entre sí.
Son los primeros desnudos a tamaño natural de todo el arte germano. Están realizados según los cánones de belleza del Renacimiento. Durero pinto en Nuremberg estas dos tablas después de su segundo viaje a Italia. Es posible que fuera un encargo de un representante del mundo humanista, alguien culto y refinado que quisiera tener en su casa unas figuras de desnudo pero permitidas por la tradición religiosa. Se habla de que fue un obispo el que encargo las tablas.
De un fondo oscuro surgen las figuras de Adán y Eva. Pocos elementos les acompañan, un suelo con pequeñas piedras, parte de un tronco de un árbol y los elementos que nos definen a los protagonistas.
Contemplamos primeramente la figura de Adán que sobresale como decíamos de un fondo oscuro, no parece un tema religioso. Lo que busca el artista es resaltar la figura de un individuo, Si lo viéramos por separado no sabríamos bien quién es. Si no fuera porque sujeta sutilmente una ramita con unas hojas que tapan con decoro ciertas partes del cuerpo a Adán, de esa ramita cuelga una manzana, esa es la primera pista. Y por supuesto que hace pareja con la tabla que está a su lado, Eva. La figura Adán representa el ideal de belleza del cuerpo masculino. Se ve el interés del artista por el desnudo clásico que había estado estudiando en sus viajes a Italia. También podemos apreciar la gran precisión en los detalles, como pinta el pelo de Adán uno a uno con un pincel muy finito con la melena al viento. Esta precisión en los detalles se da en la pintura del norte de Europa. Este gusto por los detalles también la podemos apreciar en el suelo empedrado que parece que no pisan casi las dos figuras están como inestables. Su expresión juvenil despreocupada, no parece tener conciencia de desnudez o moralidad, es ajeno a la tragedia universal que en pocos momentos se desencadenará.
Eva representa también el prototipo de belleza femenina de la época, menos bronceadita que Adán pero no hay duda de que sigue mostrando una belleza del norte de Europa, los dos tan rubitos y en el rostro de Eva se ve que es una belleza nórdica pero las figuras siguen el modelo  italiano. Las dos figuras esbeltas y proporcionadas son una evolución de anteriores planteamientos del artista. Durero realizo muchos dibujos y grabados sobre el tema de Adan y Eva, sobre el pecado original y sobre los cánones de belleza ideal para acabar con la culminación en esta obra.
Son los detalles lo que delatan que estamos ante Eva y no ante una Venus cualquiera. Eva viene acompañada de una preciosa serpiente enroscada en la rama de un árbol que le ofrece el fruto prohibido. La serpiente lleva colgando  la manzana de la boca y Eva la coge pero no mira la serpiente. Eva tiene una mirada furtiva hacia su compañero una mirada de complicidad mientras está cogiendo la manzana. Durero está disfrazando el momento en que ambos van a quebrantar la prohibición de comer del fruto del Árbol de la ciencia del bien y del mal. Son dos cuadros separados por el espacio pero están conectados por las miradas.
Una rama del troco que hay junto a Eva pasa por detrás de ella y las oportunas hojitas tapan el pubis de Eva. Esta rama que va detrás del cuerpo de Eva lleva una tablilla con la firma y fecha de la obra. Dice así la traducción: Alberto Durero, alemán, la pinto después del parto de la virgen, en el año del Señor de 1507. Lo del parto de la virgen como sabéis se refiere al nacimiento de Jesús. Durero está conectando el momento del pecado original con el  nacimiento del Salvador.
La interpretación cristiana, sustentada en la Biblia, nos muestra como el pecado se origina del distanciamiento consciente del hombre y la mujer de su Dios y Creador. Como consecuencia de la caída de la primera pareja en el Paraíso, sus descendientes hemos heredado de generación en generación una irremediable inclinación al pecado. Esto significa que nadie puede hacer siempre el bien y por eso depende del amor divino que le alcanza, a pesar de la condición pecadora de todo hombre y mujer. Este amor divino lo encontramos en su suprema expresión en la persona y obra de Jesucristo, el Hijo de Dios.

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