Alberto Durero (Núremberg, 21 de mayo
de 1471- 6 de abril de1528)
Es
Durero uno de los artistas más completos y una de las figura más relevantes del
Renacimiento. Era pintor, grabador y tratadista. Hijo también de artistas como
lo era su padre un orfebre de origen húngaro. Estudio en Núremberg y los viajes
que realizo por Europa fueron los que
marcaron su estilo y su carrera, en especial los que realizo a Italia.
En
su taller de Núremberg llevo a cabo una gran actividad como grabador pero es
reconocido por su gran capacidad de crear imágenes que servirán de verdadero
catalogo para futuras generaciones. Gran conocedor de la cultura grecorromana y
la tradición medieval. Sus tratados reflejan un interés variado que va de lo científico a lo artístico.
Estuvo
al servicio de Maximiliano I, conoció a Erasmo de Rotterdam y murió fiel a las
enseñanzas de Lutero.
Si
queremos saber cómo era Durero a los veintiséis años el museo del prado tiene
un estupendo autorretrato con guantes de 1498.
Adán y Eva 1507 (Oleo sobre tabla, 209X80
cm)
A
grandes rasgos los cuadros de hoy llegan al museo del prado porque fueron
regalados por Cristina de Suecia a Felipe IV.
Poca
descripción tenemos hoy para un tema muy conocido como es Adán y Eva. Tenemos
dos tablas separadas en el espacio pero relacionadas entre sí.
Son
los primeros desnudos a tamaño natural de todo el arte germano. Están realizados
según los cánones de belleza del Renacimiento. Durero pinto en Nuremberg estas
dos tablas después de su segundo viaje a Italia. Es posible que fuera un
encargo de un representante del mundo humanista, alguien culto y refinado que
quisiera tener en su casa unas figuras de desnudo pero permitidas por la
tradición religiosa. Se habla de que fue un obispo el que encargo las tablas.
De
un fondo oscuro surgen las figuras de Adán y Eva. Pocos elementos les
acompañan, un suelo con pequeñas piedras, parte de un tronco de un árbol y los
elementos que nos definen a los protagonistas.
Contemplamos
primeramente la figura de Adán que sobresale como decíamos de un fondo oscuro,
no parece un tema religioso. Lo que busca el artista es resaltar la figura de
un individuo, Si lo viéramos por separado no sabríamos bien quién es. Si no
fuera porque sujeta sutilmente una ramita con unas hojas que tapan con decoro
ciertas partes del cuerpo a Adán, de esa ramita cuelga una manzana, esa es la
primera pista. Y por supuesto que hace pareja con la tabla que está a su lado,
Eva. La figura Adán representa el ideal de belleza del cuerpo masculino. Se ve
el interés del artista por el desnudo clásico que había estado estudiando en
sus viajes a Italia. También podemos apreciar la gran precisión en los
detalles, como pinta el pelo de Adán uno a uno con un pincel muy finito con la
melena al viento. Esta precisión en los detalles se da en la pintura del norte
de Europa. Este gusto por los detalles también la podemos apreciar en el suelo empedrado
que parece que no pisan casi las dos figuras están como inestables. Su
expresión juvenil despreocupada, no parece tener conciencia de desnudez o
moralidad, es ajeno a la tragedia universal que en pocos momentos se
desencadenará.
Eva
representa también el prototipo de belleza femenina de la época, menos
bronceadita que Adán pero no hay duda de que sigue mostrando una belleza del
norte de Europa, los dos tan rubitos y en el rostro de Eva se ve que es una
belleza nórdica pero las figuras siguen el modelo italiano. Las dos figuras esbeltas y
proporcionadas son una evolución de anteriores planteamientos del artista.
Durero realizo muchos dibujos y grabados sobre el tema de Adan y Eva, sobre el
pecado original y sobre los cánones de belleza ideal para acabar con la
culminación en esta obra.
Son
los detalles lo que delatan que estamos ante Eva y no ante una Venus
cualquiera. Eva viene acompañada de una preciosa serpiente enroscada en la rama
de un árbol que le ofrece el fruto prohibido. La serpiente lleva colgando la manzana de la boca y Eva la coge pero no
mira la serpiente. Eva tiene una mirada furtiva hacia su compañero una mirada
de complicidad mientras está cogiendo la manzana. Durero está disfrazando el
momento en que ambos van a quebrantar la prohibición de comer del fruto del
Árbol de la ciencia del bien y del mal. Son dos cuadros separados por el
espacio pero están conectados por las miradas.
Una
rama del troco que hay junto a Eva pasa por detrás de ella y las oportunas
hojitas tapan el pubis de Eva. Esta rama que va detrás del cuerpo de Eva lleva
una tablilla con la firma y fecha de la obra. Dice así la traducción: Alberto Durero, alemán, la pinto después del
parto de la virgen, en el año del Señor de 1507. Lo del parto de la virgen como
sabéis se refiere al nacimiento de Jesús. Durero está conectando el momento del
pecado original con el nacimiento del
Salvador.
La
interpretación cristiana, sustentada en la Biblia, nos muestra como el pecado
se origina del distanciamiento consciente del hombre y la mujer de su Dios y
Creador. Como consecuencia de la caída de la primera pareja en el Paraíso, sus
descendientes hemos heredado de generación en generación una irremediable
inclinación al pecado. Esto significa que nadie puede hacer siempre el bien y
por eso depende del amor divino que le alcanza, a pesar de la condición
pecadora de todo hombre y mujer. Este amor divino lo encontramos en su suprema
expresión en la persona y obra de Jesucristo, el Hijo de Dios.
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