viernes, 6 de enero de 2017

LA BENDICIÓN DE JACOB

JOSE DE RIBERA También conocido como Jusepe de Ribera el “Españoleto” (Játiva, Valencia 1591 – Nápoles 1652)
Pintor español que paso la mayoría de su vida en Italia es por eso que los italianos dicen que es italiano pero lo cierto es que Nació en Játiva (Valencia)en 1591 y siendo muy joven se trasladó a Italia pasando la mayor parte de su vida en Nápoles, no olvidemos que Nápoles en esa época era un virreinato de España y muchos de sus clientes eran españoles. El naturalismo y realismo de sus pinturas viene dado por la influencia de Caravaggio y el colorido y la luminosidad de la escuela veneciana.  Murió en Nápoles en 1652.


LA BENDICIÓN DE JACOB 1637 (Isaac y Jacob 110X291)
La escena representada se basa en Génesis 27, solo vamos a leer los versículos del 21 al 30 que es el momento en el Isaac está tocando el brazo de Jacob y la piel velluda que rodea su brazo.
La composición del cuadro que es en horizontal muestra a cuatro personajes. Tres más destacados. Se encuentra, Isaac un anciano ciego en su lecho de muerte, está tocando el brazo de Jacob que se encuentra envuelto con la piel de los cabritos para simular el vello de Esaú. Jacob sentado en la cama tiene el brazo extendido para permitir que su padre pase las manos por el suave pelaje. Y Rebeca de pie empuja a Jacob con una mano y mira al espectador. Fuera de la escena en el lado izquierdo se encuentra Esaú
Nos fijamos en los rasgos de la cara de Isaac que muestran su ancianidad, sus ojos están cerrados, los parpados se encuentran un poco hundidos para confirmarnos su ceguera. Igualmente el rostro de Rebeca es el de una anciana con la piel curtida por el paso de los años. Estos detalles naturalistas de los rostros de los ancianos, tanto de Rebeca como de Isaac y el claro oscuro de la escena crean un ambiente realista, incluso algo tosco de los personajes.
El brazo de Jacob está envuelto con la piel de los cabritos que se han utilizado para el guiso. Una piel blanca con una calidad táctil que nos indica la prioridad que da el artista al sentido del tacto sobre el del oído.  Tal y como dice en el versículo 22 “Y se acercó Jacob a su padre Isaac, quien le palpó, y dijo: La voz es la voz de Jacob, pero las manos, las manos de Esaú”.
El vestido marrón oscuro de Isaac contrasta con las telas de su lecho que resultan más luminosas con un poco ocre, blanco y el rojo brillante de la colcha. Las telas que cuelgan en la tienda son también en rojo billante con reflejos y de clara influencia veneciana, sus ricas texturas nos hablan de que no estamos en una tienda cualquiera, estamos en la tienda del Patriarca. Donde se está produciendo la escena en tensión con los tres personajes conectados. Isaac toca a Jacob que a su vez es empujado por Rebeca, se produce una corriente dramática que terminará en breve con la llegada de Esaú.
La figura del joven Jacob sale de las sombras en un tenebrismo que Ribera domina por sus conocimientos del claro oscuro y de la obra de Caravaggio. El muchacho se encuentra incomodo en esta situación porque es empujando con una mano por su madre Rebeca, que no quiere que el chico se eche para tras en el último momento. Y al mismo tiempo Rebeca mira al espectador, es una anciana que gracias al velo blanco de la cabeza y de los hombros sale de la oscuridad iluminando su ancianidad en un rostro realista. Rebeca mira al espectador como haciéndole cómplice de lo que está ocurriendo en la tienda de Isaac.
Fuera de la tienda y con la luminosidad del día Esaú vuelve con la caza, es ajeno a la escena y viene a cumplir el encargo de su padre.
La composición de la obra en horizontal y el punto de vista, que es desde abajo a arriba, nos indican que el cuadro pudo ser pensado para colocarlo encima de una ventana o una puerta.
Completa la escena un pequeño bodegón que se encuentra en una mesita que hay junto al lecho. Dos platos: uno con un trozo de carne con un cuchillo clavado y un limón, los restos del famoso guiso que preparo Rebeca, y en el otro plato un trozo de pan y una pequeña vasija con el vino que le trajo Jacob.
Ribera combina un análisis de la realidad del naturalismo pero con la luminosidad y el color de los modelos venecianos.

La escena nos habla de un engaño ¿pero quiénes son los que engañan? Esaú es el preferido de Isaac y quiere darle su bendición antes de morir. Pero Esaú ya había vendido su primogetura. El preferido de Rebeca era Jacob y además Dios le había revelado que el mayor servirá al menor, lo leemos en el capítulo 25 versículo 23. Parece que todos saben lo que va a pasar pero todos fuerzan la situación, no confían en lo que Dios tiene previsto, no depositan su confianza en Dios. Y aun así Dios sigue bendiciendo aunque no se libran de las consecuencias, Jacob tiene que huir de la ira de Esaú y Rebeca no vera a su hijo por mucho tiempo.

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